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La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, expresó el martes su deseo de “pasar la página” de las dudas sobre la capacidad física y mental de Joe Biden para presentarse a la reelección. Su tesis de que el desastroso debate del jueves pasado en la CNN fue solo “una mala noche” por un resfriado no convence ni siquiera a los suyos y el ruido va en aumento, con una presión cada vez mayor para que reconsidere si debe seguir en la carrera presidencial. El presidente ha intensificado su agenda para tratar de combatir esas presiones y es consciente de que los próximos días pueden resultar decisivos.
Según The New York Times, Biden ha reconocido a un aliado cercano, bajo condición de anonimato, que “está sopesando si seguir en la carrera”, según titulaba este miércoles el diario neoyorquino, una información que ha venido seguida de un desmentido rotundo. “Esa afirmación es absolutamente falsa. Si The New York Times nos hubiera concedido más de siete minutos para comentar, se lo habríamos dicho”, ha tuiteado un portavoz. Posteriormente, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, ha desmentido también la información en la rueda de prensa diaria: “Se mantiene en la carrera”. Y el propio presidente lo ha dejado claro en una llamada al personal de su campaña: “Estoy en esta carrera hasta el final”.
En realidad, el titular del diario neoyorquino parecía ir más allá de lo que contaba en el texto. Lo que dice el aliado anónimo al que se cita es que si Biden sigue cometiendo lapsus como los del debate frente a Donald Trump, con frases sin acabar, titubeos y falta de agudeza mental, en un par de actos más esta misma semana, “podría no ser capaz de salvar su candidatura”. La fuente asegura que el presidente sigue decidido a mantenerse en la lucha por la reelección, pero admite: “Él sabe que si tiene dos actos más como ese, estaremos en un lugar diferente”. Fuentes citadas por AP también señalan que el presidente ha reconocido en su entorno que los próximos días son decisivos.
Biden ha mostrado una mejor cara en sus intervenciones públicas posteriores al debate que en el cara a cara, pero no ha pasado la prueba del teleprompter. En un mitin en Raleigh, en su breve discurso sobre la sentencia que concede amplia inmunidad a su rival republicano y en otros actos recientes, se ha refugiado en él. La entrevista que concederá a George Stephanopoulos, de la cadena ABC, este viernes, y la rueda de prensa que dará la semana próxima con motivo de la cumbre de la OTAN en Washington servirán para medir si, además de leer un texto en las pantallas, es capaz de hilar un discurso coherente sin perderse. Además, el presidente ha intensificado su agenda con actos de campaña en Madison (Wisconsin) y Filadelfia (Pensilvania), dos Estados decisivos.
Si se queda en blanco en la entrevista, o es incapaz de acabar las frases en los mítines o la rueda de prensa, la presión sobre él será irresistible, es lo que viene a reconocer el aliado anónimo de Biden, lo cual, por otra parte, resulta bastante obvio. Se trata de actos decisivos para el futuro de su campaña. Su rendimiento en esas intervenciones servirá para aclarar lo que la expresidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, calificó de duda legítima sobre si lo ocurrido en el debate es “un episodio o una condición”.
Karine Jean-Pierre tuvo que hacer frente en la rueda de prensa del martes, la primera en la Casa Blanca desde el debate, a preguntas directas sobre si Biden padece alzhéimer, demencia o alguna otra enfermedad neurodegenerativa. “No. Y espero que le estén haciendo la misma pregunta al otro tipo”, contestó. The New York Times, mientras, publicó que según fuentes de su entorno, los lapsus que sufre Biden parecen ser cada vez más frecuentes, más pronunciados y más preocupantes. Esos episodios no son predecibles, pero parecen más probables cuando se encuentra en medio de una gran multitud o cansado tras un programa especialmente agotador, añadía.
Este miércoles, el bombardeo fue sobre si el presidente se planteaba retirarse y lo desmintió por activa y por pasiva, aun admitiendo la importancia de los próximos días de campaña. Jean-Pierre añadió al catálogo de excusas en el que ya figuraba el resfriado, el dolor de garganta y el cansancio un nuevo elemento: el jet lag, a pesar de que se había pasado casi una semana de descanso y preparación en Camp David (Maryland). La víspera, el propio Biden había bromeado en un acto de campaña: “Casi me quedo dormido en el escenario”.
En paralelo, Biden hizo este miércoles una aparición sorpresa en una llamada del Comité Nacional Demócrata al personal de campaña junto a la vicepresidenta, Kamala Harris. Ambos reiteraron al personal que están juntos en la lucha por la reelección. “Me presento. Soy el líder del Partido Demócrata. Nadie me está echando”, ha dicho Biden. “Vamos a ganar porque cuando los demócratas nos unimos, siempre ganamos”, ha añadido, para concluir: “Estoy en la carrera hasta el final”.
Los demócratas se han sumido en una crisis interna en la que por ahora no son muchas las voces disidentes que se alzan en público, pero sí las que expresan dudas en privado. Este miércoles, el presidente se reunirá en la Casa Blanca con gobernadores demócratas a puerta cerrada para tratar de despejar las dudas. Ya ha hablado con los líderes del Congreso.
Las dudas sobre Biden carcomen a los demócratas. Por un lado, les resulta obvio que no está en plena forma. Por otro, no hay una alternativa clara. Biden encuentra argumentos de tres tipos en las encuestas para resistirse a tirar la toalla: su intención de voto no se había resentido mucho tras el debate, la mayoría de los votantes demócratas quieren que siga y las alternativas viables no tendrían mejor resultado contra Donald Trump. Quizá la excepción es una encuesta del NYT en la que este medio dice que la distancia entre Trump y Biden se ha ampliado en tres puntos tras el debate, de 3 a 6 entre los probables votantes y de 6 a 9 entre los votantes registrados.
En un acto con donantes de un comité de acción política, un destacado asesor electoral demócrata, Dmitri Mehlhorn, subrayó que la alternativa más obvia, la de la vicepresidenta, Kamala Harris, podría no resultar muy eficaz. “Kamala Harris es más amenazante para esos votantes indecisos que un Joe Biden muerto o en coma”, afirmó, según una grabación a la que ha tenido acceso Semafor. “Así que si Joe tiene que irse, será Kamala y si es Kamala, será más difícil”, añadió.
“El 72% de la gente quiere algo diferente. ¿Por qué no dárselo?”, preguntó James Carville, antiguo ayudante de Bill Clinton, en una conferencia telefónica para decenas de donantes de la organización demócrata American Bridge, según el mismo medio. “Solo piden una opción diferente”.
La opción de Michelle Obama
El grueso de los votantes cree que Biden debería retirarse de la carrera por la reelección, pero la mayoría de los demócratas aún le apoya. Uno de cada tres votantes del partido cree que debería poner fin a su candidatura, pero ningún demócrata electo prominente sale mejor parado que Biden en un hipotético enfrentamiento contra el expresidente Trump en las elecciones del 5 de noviembre, según una encuesta de Reuters/Ipsos cerrada el martes.
Entre los nombres de demócratas destacados que se presentaron a los encuestados, solo Michelle Obama, esposa del expresidente demócrata Barack Obama, superó a Biden y aventajó a Trump por un 50% a 39% en un hipotético enfrentamiento. Michelle Obama ha dicho en repetidas ocasiones que no tiene intención de presentarse a las elecciones presidenciales. Su marido ha apoyado públicamente a Biden, aunque en privado, además del apoyo, también le ha manifestado su preocupación por la campaña.
La vicepresidenta, por ejemplo, aventajó a Trump en un punto porcentual, 42% a 43%, una diferencia que estaba dentro del margen de error de 3,5 puntos porcentuales de la encuesta, lo que hace que el resultado de Harris sea estadísticamente como el de Biden. El gobernador de California, Gavin Newsom, una estrella emergente del Partido Demócrata que muchos observadores prevén que podría aspirar a la presidencia en unas futuras elecciones, obtuvo unos resultados ligeramente peores, con un 39% frente al 42% de Trump.
Alrededor del 70% de los demócratas de la encuesta dijeron que nunca habían oído hablar del gobernador de Kentucky, Andy Beshear, a quien algunos donantes demócratas ven como un buen candidato tras sus victorias para dirigir su Estado, fuertemente republicano. El hecho de que Beshear, un relativo desconocido, quedara solo por detrás de Trump por un estrecho margen en la encuesta de Reuters/Ipsos (36% a 40%) ilustra hasta qué punto los demócratas se oponen al expresidente y están dispuestos a votar por cualquiera de sus candidatos.
La gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, se situó por detrás de Trump con un 36% frente a un 41%, mientras que el gobernador de Illinois, J. B. Pritzker, obtuvo un 34% de apoyo frente al 40% de Trump, en un sondeo realizado por internet entre 1.070 adultos estadounidenses de todo el país.
(EL PAÍS)