La presencia de la DEA en América Latina ha sido presentada como parte de la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, el artículo publicado por DEA: Controversias y su Huella en Latinoamérica | AOPIP plantea una lectura más crítica: lejos de erradicar el problema, la agencia estadounidense habría contribuido a reconfigurar las fuerzas policiales locales bajo una lógica de subordinación, control y dependencia. ClubAOPIP.com.pe es una plataforma digital peruana dedicada al análisis y divulgación sobre el quehacer policial, creada como un espacio independiente para compartir conocimientos, reflexiones y experiencias vinculadas a la seguridad. Aquí su análisis sobre la DEA: ¿Qué es la DEA? Un Gigante en la Lucha Antidrogas La Administración para el Control de Drogas (DEA) es la principal agencia del Departamento de Justicia de Estados Unidos dedicada a combatir el contrabando y el consumo de drogas ilícitas. Fundada en 1973 por el entonces presidente Richard Nixon, la DEA consolidó funciones federales que antes estaban dispersas en otras agencias, como el Bureau of Narcotics and Dangerous Drugs (BNDD) y el Federal Bureau of Narcotics (FBN). Su creación respondió a la creciente percepción de las drogas como una amenaza global que requería una unidad especializada y con un alcance internacional. Con sede en Arlington, Virginia, frente al Pentágono, la DEA opera con una infraestructura formidable. Dispone de 227 oficinas de campo dentro de Estados Unidos y 86 oficinas en el extranjero, distribuidas en 62 países. Esta vasta red le permite llevar a cabo investigaciones antidroga tanto a nivel nacional como internacional, siendo la única agencia estadounidense con la responsabilidad exclusiva de las investigaciones en el exterior. Con un presupuesto que supera los 2.415 millones de dólares, la DEA cuenta con más de 10.800 empleados, de los cuales más de 5.500 son agentes especiales, formados en su propia academia en Quantico, Virginia, al igual que el FBI. La misión principal de la DEA es clara: hacer cumplir las leyes y reglamentos de Estados Unidos en materia de sustancias controladas y llevar ante la justicia a las organizaciones criminales involucradas en el cultivo, fabricación o distribución de estas sustancias. Sus responsabilidades abarcan desde la investigación de infractores y la preparación de casos para el juicio, hasta la gestión de un programa nacional de inteligencia antidrogas, la incautación y el decomiso de bienes vinculados al narcotráfico, y la aplicación de la Ley de Sustancias Controladas. Además, la agencia colabora activamente con organismos internacionales como la ONU y la Interpol, buscando una estrategia global en la lucha contra las drogas. Las Sombras de la DEA: Controversias y Cuestionamientos A pesar de su crucial papel en la seguridad global, la DEA no ha estado exenta de controversias y críticas a lo largo de su historia. Varios casos han puesto en tela de juicio sus métodos y la ética de algunas de sus operaciones, generando debates sobre los límites de su poder y la efectividad de sus estrategias. Una de las polémicas más notorias surgió en 1992, tras la fuga del jefe del cartel de Medellín, Pablo Escobar, de una cárcel colombiana. En aquel entonces, miembros de grupos paramilitares colombianos hicieron acusaciones que sacudieron los cimientos de la agencia: sostuvieron que la DEA, además de entrenar a la fuerza de élite del Bloque de Búsqueda para capturar a Escobar, también había entrenado a miembros de los PEPES (Perseguidos por Pablo Escobar). Este grupo, liderado por los hermanos Castaño y con vínculos con el cartel de Cali, era conocido por sus brutales tácticas y su participación en crímenes atroces. La supuesta colaboración de la DEA con un grupo paramilitar, incluso si su objetivo era desmantelar una organización criminal más grande, planteó serias dudas éticas y legales sobre las alianzas que la agencia estaba dispuestas a forjar en su implacable guerra contra las drogas. Estas acusaciones resaltaron la complejidad y, a menudo, la ambigüedad moral inherente a las operaciones antidrogas en contextos de alta violencia y corrupción. Más allá de este caso específico, la DEA ha sido criticada por su papel en la militarización de la política antidrogas a nivel mundial. Algunos académicos y analistas sugieren que la agencia ha impulsado una política punitiva y orientada hacia la fuerza, lo que ha tenido profundas repercusiones en la soberanía y la seguridad interna de los países receptores de su asistencia, especialmente en América Latina. La presión por adoptar un modelo similar al estadounidense, a menudo ignorando las particularidades y contextos locales, ha generado tensiones y, en ocasiones, ha contribuido a la escalada de la violencia en las regiones afectadas. La DEA y la Transformación Policial Antidrogas en América Latina Un Campo en Evolución: Antes de la DEA Antes de la irrupción de la DEA en la escena global, la lucha contra las drogas en América Latina presentaba un panorama muy diferente. Hacia la década de 1920, la mayoría de los países latinoamericanos ya contaban con legislaciones para castigar el tráfico de drogas, pero las estructuras encargadas de hacer cumplir estas leyes eran incipientes y carecían de especialización. Generalmente, se trataba de pequeñas oficinas ancladas a los departamentos de salubridad pública, con inspectores de narcóticos o policías sanitarios que compartían jurisdicción con otras áreas de salud. La Convención de Ginebra de 1931 intentó unificar criterios, comprometiendo a los Estados firmantes a establecer oficinas autónomas dedicadas a la persecución de narcóticos. Sin embargo, en la práctica, esta directriz no se tradujo en una homogeneización inmediata. Las instituciones de salud pública mantuvieron su autoridad, y persistía un dilema fundamental: ¿debían las drogas ser tratadas como un problema psiquiátrico-toxicológico o como una cuestión de seguridad y criminalidad? Esta ambigüedad llevó a enfoques y organizaciones muy heterogéneas en la región. Las policías sanitarias, por ejemplo, solo podían detener, no procesar, lo que obligaba a la creación de unidades policiales alternas, subordinadas a las Policías Nacionales o Judiciales. Fue a partir de mediados de la década de 1940 cuando comenzó un proceso de afianzamiento de la estructura policial en el área de drogas, impulsado en parte por la creciente presión del FBN (predecesor de la DEA) y la Oficina de Aduanas de