Esta historia de esfuerzo y sacrificio se inició hace más de 20 años, cuando doña Esperanza Burgoa, una mamá querendona de su hogar, se animó a preparar unos chorizos artesanales para compartir con su familia.
Con la sazón de doña Esperanza y la visión de su esposo, se animaron a producir más embutidos: al principio fue la familia que degustó de sus productos, pero poco a poco el sabor y la calidad se propagó a otras personas y la demanda de estos productos creció como la espuma.
Empezaron su emprendimiento en su casa con un pedido de 10 kilos de chorizo parrillero artesanal. Actualmente la empresa de embutidos de calidad Bon Gusto cuenta con una moderna planta con equipos de última tecnología y que le permitió diversificar su producción y multiplicarla a pasos agigantados.
Este emprendimiento demandó mucho esfuerzo y sacrificio, no fue nada fácil, tuvieron muchos obstáculos en el camino, y alguna vez pensaron en dejarlo todo. Pero Esperanza, como su nombre lo dice, nunca perdió la esperanza y continuó luchando junto a su esposo, que hace algunos años partió de este mundo y sus hijos para consolidar este emprendimiento familiar.
Bon Gusto se ha constituido en estos 21 años en una empresa administrada por la familia donde destaca el trabajo, el emprendimiento y la fortaleza de Esperanza, una mamá que se constituye en un ejemplo para las mujeres emprendedoras.
(RTP)