A propósito de los 42 años de democracia ininterrumpida en Bolivia, que se recordaron el pasado jueves 10 de octubre, el expresidente Jaime Paz Zamora (1989–1993) reflexiona sobre su papel en un periodo crucial de la historia. En la siguiente entrevista con CORREO DEL SUR, recuerda los desafíos y logros de su administración gubernamental y destaca la importancia de construir una democracia, a pesar de las adversidades. Sin embargo, también expresa su preocupación por el estado actual de la democracia en Bolivia. Ve una involución política en las últimas décadas que amenaza los principios de este sistema, con un control centralizado y un partido único que socava la independencia de las instituciones. CORREO DEL SUR (CS). ¿Qué momentos recuerda del 10 de octubre de 1982? Jaime Paz Zamora (JPZ). Todo había sido muy duro hasta ese momento. Cuando fui a posesionarme como vicepresidente, no tenía domicilio conocido, todavía andaba semiclandestino porque no sabíamos exactamente lo que podía ocurrir. Cuando nos posicionamos con don Hernán (Siles Zuazo), nos dimos un gran abrazo porque habíamos puesto en marcha, desde Caracas, eso que vino a llamarse después “UDP”, como un movimiento masivo extraordinario que abrió la democracia. El espíritu de ese momento no era de retomar la democracia, porque nunca hubo democracia en Bolivia; los intentos que se hicieron en el pasado fueron cortos y fracasaron, se impuso siempre lo que yo llamo el modelo de ese tiempo, “el golpismo civil militar boliviano”, porque no había militares golpistas sin civiles que los rodearan. El primer golpe se dio en la capital al Mariscal Sucre, que tuvo que salir herido hacia el Ecuador, y la última sangre derramada fue la sangre de la Dirección Nacional del MIR, en la Harrington, por el golpe brutal que se dio con García Meza. Entonces, en ese momento, cuando nos posesionamos, había optimismo y confianza de que el golpismo civil militar se iba a ir definitivamente, pero también éramos conscientes de lo que nos había costado llegar. La UDP, con don Hernán a la cabeza y yo de segundo, tuvimos que ganar tres veces para que nos dejen pasar y con varios golpes de Estado entre medio. Hubo dos presidentes apócrifos que quedaron ahí por no permitir que don Hernán se haga cargo, con atentados de por medio; intentaron matarlo dos veces y a mí, una; fue todo muy duro. Lo que no esperábamos es que al habernos dejado gobernar, lo hicieron dándonos una minoría en el Parlamento. Nos hicieron la vida imposible. Incluso hubo intentos de secuestro. Bendito, don Hernán, con tanta paciencia y amor por Bolivia, para haber aguantado todo eso. CS. En su opinión, ¿qué legado dejó su administración en la construcción de la democracia en Bolivia? JPZ. Los primeros 24 años, desde 1982, se intentó construir una democracia que nunca habíamos vivido. Cuando llegué al Congreso, nadie sabía dónde era la oficina del Vicepresidente y este no tenía un auto para moverse. Tuve que ir a un piso que me dio el Sindicato de Salud y, ahí funcioné los primeros seis meses. En esta etapa estábamos aprendiendo a hacer la democracia, a llegar a acuerdos porque si no, no funcionaba. E hicimos un gran paso que tocó precisamente en mi gobierno, que fue el descubrimiento de los megacampos de gas, que abren la era del gas en Bolivia. Nunca había habido un gobierno con tantos recursos desde la fundación y esos recursos fueron administrados por los últimos 18 años de gobierno. Pero, no hay que perder el optimismo, hay una generación que lo llamo “la generación de la democracia”, que son todos esos bolivianos que en los 80 hicieron posible que iniciáramos una Bolivia democrática. CS. ¿Cómo evalúa el actual estado de la democracia? JPZ. Ahora, los 42 años que han pasado nos llenan de optimismo porque finalmente es la primera vez que lo estamos haciendo en 199 años, desde la fundación de la República; pero, al mismo tiempo estamos preocupados porque en los últimos 18 años llegó un mando que fue la conducción de esas masas que habían quedado huérfanas con la UDP y que tuvieron que sufrir las medidas antiinflacionarias que cayeron sobre la gente más débil y pobre. Llegaron, pero desgraciadamente no con un espíritu democrático; nos lo dijeron en la cara. Además, nos dicen que el “chiste” de la separación de poderes, la independencia de instituciones es “historias del imperialismo”. Resulta que efectivamente empezó una involución que hizo que hoy haya un partido único que controla todos los poderes. Estamos yendo hacia atrás y, además, nos cambiaron el nombre: La democracia empieza como ‘República’ y resulta que ahora nos llamamos ‘Estado Plurinacional’; nos pusieron una bandera y tenemos que tener mucha fuerza para lograr ir hacia una nueva etapa en nuestra historia donde las perspectivas mejoren para los bolivianos y entre aire fresco a nuestro país, que es lo que hace falta. CS. Dado el contexto social, político y económico que se vive en el país, ¿la CPE debería ser reformada? Y de ser así, ¿el cambio debe ser total o parcial para reestablecer el camino de la democracia, como usted mencionaba? JPZ. Se han dado cambios que no han sido para bien; por ejemplo, en la CPE hay etnias no tomadas en cuenta y yo veo que, pese a ser un Estado Plurinacional, se está tratando mal a los indígenas. Hoy se incendian sus territorios desde el Gobierno. Todo eso tiene que cambiar para traernos mejor certeza, porque se ha generado una confusión y nadie sabe cuál es nuestra bandera. Somos un país hermoso y rico y somos pocos los bolivianos, ¿cómo no nos podemos poner de acuerdo para hacer las cosas de buena manera? Debemos aprovechar el recuerdo de este día histórico para hacer una reflexión nacional profunda y poner en práctica la mejor estrofa el Himno Nacional que dice: “Esta tierra inocente y hermosa que ha debido a Bolívar su nombre, es la patria feliz donde el hombre goza el bien de la dicha y la