
En la vida de Don Armando, la rutina de cada jornada como mensajero cambió un día de octubre del pasado año. Un accidente mientras realizaba su trabajo lo dejó postrado en una cama de hospital. Una caída desde una pasarela de seis metros de altura le causó graves fracturas, y la lucha por su vida comenzó en el quirófano, con doce cirugías que le devolvieron la esperanza, pero no sin un precio.
La familia, que siempre lo vio como un pilar, tuvo que enfrentar las sombras del endeudamiento para cubrir los gastos que el SUS no absorbió: medicamentos, cuidados y la angustia de saber que lo más difícil aún estaba por venir.
A medida que los días pasaban en un interminable ciclo de dolor y esperanza, el compadre Armando se vio atrapado entre dos mundos: el físico, marcado por las cicatrices de un cuerpo que se rehúsa a sanar completamente, y el emocional, donde las deudas y la incertidumbre lo ahogaban.
Fue su esposa, esa mujer que nunca se separó de él, quien se convirtió en su todo. Ella lo cuidó en lo más íntimo, lo ayudó a vestirse, a comer, y a encontrar las fuerzas para seguir, cuando él ya no quería hacerlo.
Sin embargo, el camino hacia la recuperación aún está lejos de culminar. Don Armando necesita una cirugía más en su pierna derecha, una que podría devolverle la movilidad completa y, con ello, la vida que siempre conoció a lado de los suyos.
Pero, al igual que en el pasado, la familia enfrenta la dura realidad de no contar con los recursos suficientes para cubrirla, y la esperanza parece desvanecerse cuando el dinero escasea y las horas pasan.
Es por eso que apelamos nuevamente a la solidaridad de quienes pueden tenderle la mano a esta humilde familia.
Cada aporte es una semilla de esperanza, un paso hacia su recuperación.

JAVIER BAUTISTA
PERIODISTA DEL SISTEMA RTP