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Bolsas oxo-biodegradables se elaboran con material reciclado por cientos de mujeres y familias paceñas

El desempleo y la contaminación del medio ambiente son dos problemas sociales de alto impacto en el país. Una iniciativa que nació de un compromiso con el cuidado medioambiental ha evolucionado en un modelo que genera decenas de empleos, impulsa la generación de ingresos para cientos de mujeres y propicia el tratamiento y reciclaje de cientos de toneladas de plástico desechado. Sobre el desempleo Según el más reciente reporte del Instituto Nacional de Estadística (INE), la tasa de desempleo en Bolivia llega el 3,6%. Pero el Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad) alerta que si bien el índice de la población económica activa es alto, únicamente el 15% de los bolivianos ocupados tienen una fuente de empleo formal, es decir, con un salario fijo y las debidas prestaciones sociales. Justina Choque, una mujer que batalla cada día para sobrevivir, le contó a Bolivia Verifica que fue empleada doméstica durante 20 años, posteriormente se dedicó al comercio y actualmente tiene un puesto de golosinas cerca de una unidad educativa de El Alto. “Nunca en mi vida tuve un trabajo estable con aguinaldo, ni seguro, ni aportes, siempre he trabajado de manera informal. Cuando era empleada me pagaban poquito, por eso lo dejé”, dijo. Su caso es un reflejo individual de miles y miles de personas en situación de precariedad laboral. De la contaminación ambiental por plástico El plástico en desuso genera un gran volumen de contaminación ambiental en Bolivia. En un reportaje anterior indicamos que anualmente se desechan 142.699 toneladas de plástico y que el 5% va a parar a botaderos a cielo abierto o a cuerpos de agua en lugar de rellenos sanitarios. El plástico, cuya descomposición toma años, contamina el ecosistema de distintas especies generando la muerte de cientos de seres vivos. Las bolsas plásticas son las que más se utilizan; en una publicación de nuestra sección Explicador indicamos que en el país se consumen 4.100 millones de bolsas al año, esto es equivalente a 365 bolsas por persona, pero, sin contar las que se utilizan para llevar comida y bebidas. Una bolsa de plástico tiene un promedio de vida útil de solo 15 minutos aproximadamente y después se desecha; sin embargo, tarda 400 años en degradarse. El reciclaje como medio de atención a varios problemas Cecilia Jauregui es una emprendedora boliviana comprometida con el desarrollo sostenible, por eso fundó Innovaplast, empresa que opera en la zona Senkata de El Alto. Allí se reciclan bolsas plásticas desechadas para crear bolsas oxo-biodegradables. Pero su emprendimiento no solo apunta al cuidado del medio ambiente, sino que genera decenas de empleos directos, en su mayoría para mujeres, y ha consolidado una cadena de aliadas y aliados del reciclaje que le proveen la materia prima y a la par generan ingresos para su sustento. En esta empresa trabajan 35 personas, entre empleados de planta, distribuidores y recicladoras, pero también brindan espacio a varios estudiantes para que realicen sus pasantías. Además, microempresas y familias enteras dedicadas a recuperar los plásticos reutilizables se suman a la cadena de producción. En La Paz trabajan con tres asociaciones, una de ellas, la llamada Recicladoras en Acción, conformada por 40 mujeres expertas en esta práctica. Y en El Alto, con 15 familias que crearon sus microempresas y le venden el plástico con valor agregado: procesado y molido. Bolsas biodegradables Innovaplast se diferencia de otras similares porque solo produce bolsas biodegradables de distintos tamaños y a precios competitivos. Estos productos se encuentran en distintos supermercados a nivel nacional y llegan a casi todo el país. “Tenemos bolsas para hospitales, para el hogar, los tachos de la cocina, del baño, para hoteles. La más grande es de 140 litros y mide más de un metro, ideal para industrias. Pero otras más chicas, como para recoger las heces de las mascotas también las tenemos con impresión. Nuestros precios no están más elevados que los de la competencia: un paquete de bolsas de 44×55 centímetros de 20 unidades está a Bs 12”, contó Jáuregui El proceso de producción Innovaplast cumple 10 años en abril de 2024. En sus inicios, reciclaba botellas pet, las trituraba y transformaba en materia prima que se vendía a otras empresas para fabricar distintos productos. Poco a poco, fue tomando su propio rumbo y optó por reciclar bolsas plásticas de polietileno. “En la industria del plástico hay diferentes tipos, el polietileno es el que se usa para las bolsas y tiene una estructura molecular muy diferente a la de una botella. Toda la maquinaria que tenemos es solo para reciclar bolsas de polietileno”, explicó. Asimismo, indicó que el polietileno se divide en dos: de baja y alta densidad. Las bolsas de baja densidad son más flexibles, gruesas y resistentes. Las de alta densidad son más rígidas, y hacen ruido cuando se las toca, un ejemplo claro es la bolsa negra común que se vende a 50 centavos en los mercados. Estas bolsas tienen un tiempo de degradación de entre 150 a 450 años. La empresa recicla ambas bolsas y las transforma en materia prima, una parte se vende a otras para elaborar productos plásticos y con la otra elaboran bolsas oxo-biodegradables que se degradan en un periodo de entre dos y 10 años. “Nuestra bolsa no es como una bolsa convencional porque está hecha de plástico 100% reciclado y además son reciclables. Una bolsa oxo-biodegradable sigue siendo de plástico, pero contiene aditivos que permiten que, con la ayuda de los rayos ultravioleta, el medio ambiente y la fricción rompan sus cadenas moleculares y se descompongan en menor tiempo”, comentó. Con este modo de trabajo se reciclan más de 200 toneladas de plástico al año. Existe la creencia errada de que los productos elaborados de material reciclado son de menor calidad y menos resistentes. Sin embargo, Jáuregui indicó que sus bolsas oxo-biodegradables de baja densidad pueden elongarse más que las bolsas comunes y que la más grande es capaz de soportar tranquilamente el peso de dos garrafas. Una de sus pruebas de resistencia muestra cómo una bolsa

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Ciudades y espacios seguros para mujeres recicladoras, un proyecto que busca revalorizar el trabajo de estas mujeres y su aporte al medio ambiente

Realizan una labor silenciosa, en una sociedad que las invisibiliza, su trabajo tiene un impacto múltiple: son el soporte de la economía de sus familias y a la vez guardianas de la conservación del medio ambiente. Nos referimos a las mujeres recicladoras. Su trabajo es agotador, porque lo hacen a pie y e horarios peligrosos, según nos cuentan están expuestas a dos tipos de amenazas: la inseguridad de las calles y su salud. Ante esa problemática ONU Mujeres, la fundación Munasim Kullakita y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) lanzaron el proyecto “Ciudades y Espacios Seguros para Mujeres Recicladoras” que busca mejorar las condiciones de trabajo de estas personas. No existen datos reales respecto a cuantas personas se dedican a esta actividad en Bolivia, pero su aporte a la economía circular es fundamental porque ellas recolectan la materia prima para las empresas dedicadas al reciclaje. Ellas solo le piden a la gente que al momento de votar su basura lo haga seleccionando los residuos para facilitarles el trabajo. POR ÁNGEL LOZANO

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