Las disputas por territorio, cobros de deudas y volteos de droga cometidos por grupos de narcotráfico en el trópico de Cochabamba ha incrementado los secuestros, balaceras y el accionar de sicarios. Además, recientemente, la Policía logró detectar el ingreso ilegal de armamento de guerra al Chapare. El viceministro de Régimen Interior, Johnny Aguilera, informó que se identificó tráfico de armas militares provenientes de Brasil con destino final en la región de Chapare. “Compran este tipo de armas para el cuidado de bandas delincuenciales y para las actividades delictivas de grupos de narcotraficantes”, explicó. El pasado 19 de abril, en el departamento de Santa Cruz, durante un operativo de la fuerza antinarcóticos se secuestró 30 fusiles automáticos de asalto, modelo AR-10, de calibre 7.62 milímetros, armamento se encontraba dentro de cajas de cartón, a bordo de un vehículo de marca Volkswagen y modelo antiguo. “Sólo faltaban las colas del disparador; envían los fusiles en cajas de cartón desarmados y se ensamblan en el trópico de Cochabamba”, refirió el viceministro. La autoridad dijo que es necesario reforzar los operativos en esta zona de inseguridad, con el fin de evitar que clanes de narcotraficantes se apoderen de esa zona del país. Al respecto, un policía jubilado especializado en la lucha contra el narcotráfico, explicó que el tráfico de armas en el trópico de Cochabamba no es nuevo, ya que desde hace bastante tiempo, los delincuentes usan fusiles Máuser, aunque en su mayoría las armas provienen de los antiguos ejércitos guerrilleros de Perú, pues se encontró fusiles AK-47 y AR-15. “Las balaceras, la presencia de sicarios o los secuestros se deben principalmente al incumplimiento de acuerdos entre narcotraficantes, faltas que no pueden ser denunciadas ante la Policía por sus vínculos ilegales. El dueño de la droga, cuando sufre un robo o volteo, siempre busca recuperar su mercancía”, explicó, lo hace con violencia. El experto señaló que el trópico de Cochabamba siempre fue una zona sensible para el narcotráfico, aunque que se invisibilizó durante mucho tiempo. Por ejemplo, en ciertas poblaciones, la droga se vendía a vista de todos, sin restricciones. Señaló además que los jefes del narcotráfico tienen informantes que les alertan sobre los operativos de interdicción a sus actividades. “Un narcotraficante de esa región no ostenta su dinero, puede vivir en una casa humilde en cualquier zona, se mimetizan en la sociedad, no son personas como (el uruguayo Sebastián) Marset. Es gente que se cuida y evita ser identificada”, refirió el policía en servicio pasivo. (La Prensa)