
Este jueves por la mañana, conductores de cisternas denunciaron la muerte de uno de sus colegas bolivianos mientras esperaba cargar diésel en Paraguay. La víctima fue identificada como Marcelino Ledezma, originario de Quillacollo, Cochabamba, quien llevaba cerca de diez días aguardando su turno para cargar combustible.
Según sus compañeros, Ledezma presentaba dolores a causa de una peritonitis y no recibió atención médica oportuna.
Los transportistas señalaron que, en el garaje donde esperan cargar, no cuentan con acceso a servicios básicos como agua, electricidad ni atención médica. Asimismo, están expuestos a altas temperaturas, sin condiciones básica para afrontar los días de espera.
Alrededor de las 10:00, el cuerpo de Ledezma aún no había sido levantado, aunque la Policía ya se encontraba en el lugar realizando las primeras revisiones.
Hasta el mediodía de este jueves no había más información sobre este caso. Las autoridades paraguayas y bolivianas aún no se han pronunciado al respecto.
Condiciones laborales para los cisterneros
Los conductores de cisternas y camiones pesados trabajan bajo condiciones laborales precarias y, en muchos casos, inhumanas. Cuando el diésel escasea en las estaciones de servicio de Bolivia, ellos son quienes deben soportar largas jornadas de espera, a veces de varios días, para poder abastecerse.
Durante ese tiempo, la mayoría permanece dentro de sus camiones, mientras que otros buscan refugio bajo los vehículos para protegerse del sol. Aun así, deben enfrentar temperaturas extremas, falta de agua, alimentos y descanso adecuado. En agosto de este año, los conductores hacían filas de hasta tres días para poder cargar combustible y continuar su ruta.
Las condiciones precarias que atraviesan los cisterneros bolivianos en Paraguay no son nuevas. En 2024, al menos 400 transportistas denunciaron que vivían en condiciones inhumanas en el estacionamiento Avispón, en la ciudad de San Antonio, departamento Central.
Además de la falta de servicios básicos y los malos tratos, muchos aseguraron haber sido amedrentados por sus propias empresas tras quejarse. Uno de ellos incluso relató que cinco conductores perdieron la vida debido a estas “condiciones deplorables”.
(EL DEBER)