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Tacana: una lengua que resiste y busca reconocimiento oficial

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En el norte de La Paz, en medio del verde de la Amazonía, el pueblo indígena Tacana libra una batalla silenciosa. No es una guerra de armas, sino de palabras, sonidos y significados que corren el riesgo de desvanecerse con el tiempo. Es la lucha por mantener viva su lengua ancestral, un idioma que guarda en los secretos de su historia.

Janet Valdez, presidenta del Consejo Indígena de Mujeres Tacanas (CIMTA), lleva en su historia familiar el dolor de una generación que calló por supervivencia. “Tengo mi abuela, por parte paterna, que ella hablaba la lengua tacana, pero ellos no enseñaban a sus hijos porque sentían vergüenza, porque eran discriminados por la forma de que hablaban”, relata con la claridad de quien comprende las heridas históricas de su pueblo.

Y es que esa cadena de silencio se extendió por décadas. “Nuestros padres tampoco nos han enseñado, porque sentían vergüenza, porque eran apuntados, señalados”, reitera Valdez, describiendo el fenómeno que afectó a sus comunidades indígenas.

Neide Cartagena, profesora y líder indígena tacana, coincide con el relato. Ella conoce de primera mano el momento exacto en que su lengua comenzó a silenciarse en los hogares. “Nuestros padres, nuestros abuelos, ellos hablaban tacana de manera normal, eso era el idioma de comunicación. Todos aprendían, todos hablaban eso, con eso nacían y con eso se criaban”, recuerda con la nostalgia de quien vivió el antes y el después de una transformación cultural profunda.

La escuela, paradójicamente, se convirtió en uno de los espacios donde la lengua tacana comenzó a ser coartada. “Ha habido muchos factores donde el idioma ha ido perdiendo”, explica Cartagena, identificando el momento en que la educación formal priorizó el castellano sobre las lenguas originarias. “De nuestra generación, casi la mayoría de las familias ya no nos hablaban así directamente, como una comunicación oral natural, sino más bien ya aplicaban el castellano. Y solo entre los mayores ya se comunicaban en muchas familias”. Pese a esas dificultades, tanto Valdez como Cartagena ahora también identifican el momento en que se produjo una toma de conciencia por su idioma.

Dirigentes y líderes fueron y son testigos protagonistas de la transformación que está viviendo su pueblo por la necesidad de preservar su lengua, para preservar también su esencia. Para ese proceso, el liderazgo organizacional —a través de instituciones como el CIMTA y  el Consejo Indígena del Pueblo Tacana (CIPTA)— ayudó a trazar un camino. Ambas organizaciones destinaron parte de sus recursos para la creación del Instituto de Lengua y Cultura Tacana (ILC) para consolidar una ruta.

El primer camino: investigación propia

Ángel Edin Cartagena, coordinador del ILC, es un maestro de formación que lleva sobre sus hombros una responsabilidad que trasciende lo académico: es el guardián de un patrimonio que por primera vez en la historia dejará para la educación una investigación de su lengua nativa realizada por manos propias.

“Más antes no éramos nosotros, los tacana, los que hacíamos las investigaciones de la gramática”, reflexiona el docente mientras organiza los últimos documentos que conforman tres años de trabajo intensivo. “Siempre han sido externos, más que todo extranjeros”. Desde los tiempos del padre Nicolás Armentia hasta los estudios del Instituto Lingüístico de Verano, la lengua tacana había sido objeto de estudio foráneo. Hoy, esa realidad ha cambiado radicalmente.

Como un objetivo ambicioso, y con un equipo propio del lugar, concluyó hace pocas semanas una investigación de su gramática, que tiene como base testimonios de los miembros más antiguos de las comunidades en los que destacan nombres como de don Celín Quenevo, don Alcides Serato y la recordada Candelaria Marupa, quienes se han convertido en la materia prima de un trabajo que oficialmente fue entregado al Ministerio de Educación los primeros días de octubre.

La lengua tacana, explicó Cartagena, es un universo complejo de significados aglutinantes. “De la raíz de la palabra del verbo se aglutina sufijo, prefijo, afijo, de manera que va modificando y dando otro significado”, explica el Coordinador con la paciencia de quien ha descifrado cada sonido durante años. Como ejemplo, puso la palabra “quizá”, que puede significar conversar o informar,se transforma en “quizá que” (avísale) y luego en “quizá está”, incorporando morfemas de tiempo e imperativo.

El idioma, según su gramática, está compuesto por 26 letras —cuatro vocales (A, E, I, U) y 22 consonantes—, y excluye curiosamente la vocal O, una particularidad que responde a la lógica interna de un sistema fonológico único. Según explicó el docente, cada elemento del idioma fue inventariado, analizado y categorizado en un proceso que ha requerido comparar fuentes tan diversas como la traducción de la Biblia al tacana y las canciones rituales que aún resuenan en las ceremonias comunitarias. 

La aprobación del alfabeto tacana fue un proceso largo que comenzó en 2022 con el aval de la propia nación indígena. En 2023, el IPELC lo reconoció oficialmente como instrumento educativo, y en 2024 el Ministerio de Educación lo incorporó al Sistema Educativo Plurinacional.

Mientras los adultos trabajan en la documentación académica, los más pequeños se convierten en protagonistas de otra estrategia de preservación. Los nidos bilingües representan quizás la apuesta más innovadora del pueblo indígena: asegurar que los niños de cero a seis años crezcan escuchando, hablando y soñando en su lengua ancestral.

En el Centro Infantil Padre Diego Schurman de Tumupasa, cuatro grupos de niños —dos de cuatro años y dos de cinco— aprenden que su identidad tiene sonidos propios. Aquí convergen maestros capacitados, padres comprometidos y una comunidad que entiende que el futuro de su cultura se escribe en presente. Allí el aprendizaje se fortalece con canciones infantiles. 

Determinar cuántos tacanas hablan actualmente su lengua también se ha vuelto una tarea compleja. A diferencia de 1980, cuando las migraciones eran menores, era sencillo contabilizarlos. Sin embargo, hoy, debido a que el territorio presenta una composición demográfica más diversa, los cálculos precisos se dificultan.

El tercer camino: la oficialización del patrimonio

El pueblo tacana no se conforma con preservar su lengua en el ámbito comunitario; busca que sea reconocida oficialmente por el Estado boliviano. El himno nacional ya suena en tacana con respaldo de una Resolución Ministerial, y está disponible para descarga en la página web del Ministerio de Educación junto con versiones en otras lenguas indígenas.  (Escucha aquí el HIMNO)  

A principios de mes, también se entregaron los himnos departamentales de La Paz, Beni y Pando, junto con la gramática tacana, al IPELSEC en Santa Cruz. Una vez que obtengan la resolución administrativa y posterior aval ministerial, se convertirán en herramientas oficiales del Sistema Educativo Plurinacional.

“Como ya son textos oficiales del sistema, esto es una herramienta para la revitalización de la lengua, para su normalización”, explica el coordinador Cartagena, visualizando el momento en que los maestros de todo el país tendrán acceso formal a estos materiales.

Más allá de las estrategias concretas, el pueblo tacana ha emprendido un camino de valoración consciente de su patrimonio lingüístico. “Tiene sus valores históricos, el valor cultural, el valor histórico, imagínense, incalculable la generación que ha venido y es un patrimonio para el pueblo tacana, para el departamento y para el Estado”, reflexiona el director del ILC.

Esta lengua no es solo un medio de comunicación; es el repositorio de un saber ancestral que incluye formas de organización territorial, sistemas de justicia y una relación particular con la naturaleza. Cada palabra tacana que se preserva es un fragmento de conocimiento que se salva del olvido.

FUNDACIÓN TIERRA

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