Cerca de un millón de personas, según la estimación inicial de los organizadores, participan este martes en la procesión del Nazareno Negro por las calles de Manila (Filipinas), la primera vez que se celebra este multitudinario evento tras la pandemia.
Ríos de persona acompañan desde la madrugada por las calles de la capital filipina el largo peregrinar de la talla de Cristo, subida en una carroza y protegida –por primera vez– por una vitrina, en una de las mayores muestras de devoción religiosa del mundo.
Una procesión caótica y claustrofóbica que puede durar entre 18 y 22 horas y donde muchos de los fieles acuden descalzos y tratan de tocar la figura o frotar una toalla sobre esta debido a la creencia de que concede buena suerte o puede curar enfermedades.
El tumulto en muchas ocasiones resulta peligroso y durante la procesión algunos participantes terminan heridos o sufren desmayos.
Las autoridades desplegaron este año unos 15.200 policías para tratar de velar por la seguridad y puestos de atención sanitaria a lo largo del recorrido, que dura varias horas debido al lento avance de la figura religiosa entre la riada de gente a su alrededor.
La talla, que data del siglo XVI, el primero de los más de tres siglos de la colonización española de Filipinas, llegó a Manila el 31 de mayo de 1606 en un galeón procedente de Acapulco y, según la leyenda, se incendió cerca del archipiélago.
El calor de las llamas otorgó al Cristo su característico color oscuro, según la creencia popular en el país, aunque otra versión atribuye este distintivo a que el autor, un artesano mexicano, quiso imprimir a la obra su misma tonalidad de piel.
La procesión fue cancelada entre 2021 y 2023 por la pandemia de la covid-19, aunque el año pasado ya se registraron grandes aglomeraciones durante la misa celebrada para la conmemoración.
Filipinas es, junto con Timor Oriental, el único país en Asia donde la mayoría de sus habitantes profesan el catolicismo.
EFE