
Desde el vecindario, los países latinoamericanos observan cómo Estados Unidos aumenta la presión sobre Venezuela, en un conflicto que podría tener repercusiones en toda la región.
Las señales y acciones del presidente Donald Trump, con el despliegue de buques de guerra en la costa, el hundimiento de lanchas acusadas de narcotráfico y el envío de un portaaviones, aumentan el temor de una posible intervención militar en el país sudamericano.
El escenario es aún incierto y abierto. Una invasión armada, bombardeos o una operación para extraer al presidente Nicolás Maduro, acusado de liderar al Cartel de los Soles, son parte de las especulaciones y se desconoce la capacidad de resistencia que tendrían las Fuerzas Armadas Bolivarianas y las milicias.
Multilateralismo latinoamericano en crisis
De concretarse una acción militar, esta sacudiría también a América Latina, una región que tradicionalmente ha defendido el principio de no intervención. En el escenario actual, sin embargo, no sería esperable una postura concertada de sus países.
“El multilateralismo latinoamericano está en una profunda crisis y no hay una voz común sobre ningún tema de la agenda internacional. Dejó de haberlo hace bastante tiempo” dice a DW Francisco Rojas, rector de la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas, con sede en Costa Rica.
Marcela Donadio, secretaria ejecutiva de la Red de Seguridad y Defensa de América Latina (RESDAL), sostiene que, en general, América Latina no tiene una acción o reacción medianamente unificada desde hace una década, ante diversos eventos ocurridos en la región, como la situación en Colombia con los acuerdos de paz o la crisis en Haití. “Dudo que los países latinoamericanos vayan a tener una reacción unificada. Es una región no solo dividida, sino con muchos problemas internos en los países”, señala a DW la doctora en Ciencia Política.
“Esperaríamos reacciones de distintos tipos, dependiendo a su vez de la orientación ideológica de los Gobiernos, porque América Latina hoy está altamente polarizada”, agrega Rojas. Donadio concuerda, considerando además las crisis y procesos que vive cada país: “La división que ya existe sería mayor. Hoy es muy difícil ponerse de acuerdo en la región. Los países latinoamericanos no han actuado con Venezuela y dudo que puedan reclamar mucha legitimidad de decir ciertas cosas”.
Desinterés y agendas propias
La secretaria ejecutiva de RESDAL nota “bastante desinterés por parte de las poblaciones en todos estos países, que están más preocupadas de cuestiones internas, por lo que para cualquier gobierno es una apuesta complicada”. A nivel regional, observa Rojas, “la principal amenaza es el crimen organizado. La seguridad es la principal demanda de las y los ciudadanos”.
Perú atraviesa una compleja crisis institucional. Argentina enfrenta también su propio proceso, si bien se podría esperar apoyo de Javier Milei a Estados Unidos. Chile, por su parte, está concentrado en las próximas elecciones presidenciales. “Probablemente no estaría de acuerdo, pero no creo que pase más allá de una declaración”, sostiene Donadio.
Las sanciones de Estados Unidos al presidente colombiano Gustavo Petro, con el argumento de que no detiene el narcotráfico, y la aplicación de aranceles a Brasil, imponen sus propias agendas a estos países latinoamericanos. “Hay que ver cuánto puede avanzar el diálogo entre Estados Unidos y Brasil, que debe atender primero sus intereses”, argumenta Rojas.
El doctor en Ciencias Políticas indica que “aun entre los países en que tenga algún grado de apoyo, el régimen de Maduro ha llegado casi al límite. El problema es que no es evidente cuáles serían las consecuencias domésticas que una intervención militar en Venezuela podría tener. Puede haber graves enfrentamientos”.
Foco de inestabilidad para la región
“Desde una perspectiva más general, se podría producir una gran inestabilidad de la región latinoamericana, que podría afectarla en su conjunto. Desde la situación en Perú, en Ecuador, Colombia y en Centroamérica, las repercusiones de una intervención de uso de la fuerza pudieran llevar nuevamente a la salida de grandes contingentes de personas desde Venezuela, afectando las posibilidades de los países de la región de absorber más venezolanos. Particularmente tendría impacto en Colombia, pero también hacia el sur y el norte”, alerta Rojas.
Asimismo, considera que una acción militar cambiaría una relación histórica de la región con Estados Unidos, que aun con altos y bajos, vivió su última intervención significativa en 1973 en Chile. En su opinión, la invasión a Panamá de 1989, fue una operación muy puntual en un país pequeño, que Estados Unidos conocía muy bien, con un número bajo de muertos y sin cambios institucionales mayores ni que asumiera un militar.
Internamente, distingue Donadio, “una intervención estadounidense daría legitimidad al argumento que ha tenido el Gobierno de Venezuela, desde la época de Hugo Chávez, acerca de que necesitaban destinar recursos y hacer planes estratégicos para preparase para la guerra. Le daría motivos a un Gobierno que está bastante debilitado, de que se fortalezca ante sus seguidores”.
Impacto geopolítico internacional
Más que la reacción latinoamericana, a Donadio le preocupa la de la comunidad internacional, especialmente de los países que están en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como Rusia y China, y qué significaría para el orden internacional: “A nivel geopolítico, creo que es más serio para lo internacional que para lo regional. Estamos volviendo a la resolución de conflictos por vías que no son pacíficas. Sea la postura que se tenga, se está utilizando el instrumento de la fuerza y eso es muy preocupante. Tenemos que recuperar el valor de que los países deben resolver sus conflictos de manera interna, porque no funciona cuando lo hacen los de afuera”.
En su opinión, “el escenario ideal sería que se reunieran algunos países latinoamericanos fuertes, como Chile, México y Brasil, que se postularan como mediadores, porque las consecuencias internas en Venezuela van a ser serias si ocurriera una intervención. Un gobierno puesto por un actor externo no es la mejor solución política, aunque la opositora haya ganado el premio Nobel de la Paz”.
Por su parte, Rojas observa que, en la actualidad, el sistema internacional basado en reglas y normas es reemplazado por uno fundado en las amenazas y la posibilidad del uso militar de la fuerza. “Es una situación muy grave. Una intervención con la magnitud del aparataje militar desplegado en el Caribe es algo completamente inusual. La guerra contra el narcotráfico no se gana con más portaaviones o submarinos”, subraya el rector de la Universidad para la Paz.
DW